Por favor no te vayas

Mi vida es una continua sucesión de despedidas, cuando no se van aquellos a los que quiero, me marcho yo.

No soporto las despedidas, no termino por acostumbrarme ni creo que nunca lo haga.

No soporto las despedidas, detesto ver la habitación vacía, me cuesta volver a entrar y no encontrar a su moradora.

Al mismo tiempo, me gusta conservar algún objeto personal, algo que se han dejado olvidado para dar fe de que no ha sido una mera ilusión, que fue real.

Además, me consuela saber que esta despedida será temporal, con fecha de caducidad y que tras ella llegará el próximo reencuentro.

Con todo, intento no llorar, tarea arduamente díficil, supongo que es normal derramar unas lágrimas cuando te separas de tus hijos, de tus padres…

Indudablemente, es peor para los que tardan muchos meses o años en reencontrarse por vivir en otro continente u en medio de un conflicto bélico o carecer de recursos económicos para viajar.

Desde luego, no me puedo quejar porque soy afortunada por no ser ese mi caso.

Es que tan solo me sabe a poco la convivencia, cuando comenzamos a comunicarnos, se termina el tiempo y toca volver a reaprender a comunicarse.

Sin duda, envidio a todos los que tienen a su familia cerca, a pocos kilómetros o en la misma ciudad.

En cambio, yo no puedo elegir, ya han elegido por mí, han elegido vivir independientes, en otra ciudad y en un país extranjero.

Cabe destacar que yo en su día también decidí abandonar el nido, para formar mi propia familia, sin pensar en los que dejaba atrás.

Resumiendo, no soporto las despedidas por lo que suponen: desapego, separación, sufrimiento, comunicación virtual…

De todas maneras, me consuela saber que siguen ahí y que siempre puedo verlos y hablar con ellos mediante una videoconferencia.

Lo que si es peor, es despedirse para siempre, sin alternativa al próximo reencuentro… porque esta vez si se han ido para siempre!

por-favor-no-te-vayas